Los lazos tribales

Las interpretaciones sobre unos huesos de hace casi dos millones de años, hallados en el yacimiento Dmanisi, Georgia, hace ya ocho años el más reciente, reeditan la polémica científica sobre los orígenes del hombre, su antigüedad y su variedad. ¿Hubo diferentes especies del género Homo o eran variantes de la misma?

A ojos de lego, en los cinco cráneos del mismo yacimiento georgiano, mostrados ayer en esta página, se ven rasgos muy diferenciales en volumen de la cavidad cerebral, prognatismo y arco superciliar para imaginar que se trataba de especímenes bastante diferentes. Pero la autoridad de opinión corresponde a los paleoantropólogos.

Es fascinante la paleoantropología y cómo a partir de sutiles indicios incrustados en la madre Tierra puede construir una versión creíble de lo que debió ser la vida de aquellos remotos ancestros. Pero no habrá polémica en suponer el modo en que los homos empezaron a migrar de África en el alba de los tiempos: en grupos organizados, manadas prototribales y colaborativas, en las que la débil fuerza del individuo frente a la hostilidad del medio se multiplica y apuntala en el esfuerzo compartido por el grupo.

Parte de lo que sigue ya lo escribió este lego hace siete años, pero ahora es con una visión desde la otra orilla del Atlántico. Es la vinculación del individuo con el grupo y la identificación de la inteligencia y la individualidad con la ritualidad de la muerte, en la que el grupo social reconoce finalmente al sujeto.

No sé qué conjeturarían paleoantropólogos de dentro de 200 años ante restos de enterramientos en la España de hace un siglo, 50 años y ahora mismo. ¿Podrían reconstruir una imagen diferenciada de la sociedad? ¿Sabrían decir algo los antropólogos de ahora mismo, que ven el cambio vertiginoso hacia una individualización introspectiva, con su reflejo en la creciente frialdad de los ritos mortuorios y el distanciamiento neutro de los tanatorios? Hace 50 años aún había plañideras…

La perplejidad es asistir a un funeral en Estados Unidos, el país que identificamos con el mayor individualismo, y ver cómo el grupo, la tribu, aún estrecha sus lazos en torno al recuerdo del fallecido. Cómo una comunidad y sus estudiantes alargan 10 o 12 días el duelo y las lágrimas por una profesora de español muy querida.

Cómo desearía conocer el diagnóstico y la conjetura de los paleoantropólogos sobre esta evolución comparada de la especie en su comportamiento final.

julio.miravalls@elmundo.es